Hace tres años, para ser mas exacta en febrero del 2003, mi jefe, Moisés, el dueño de la tienda, me dió una gran noticia: viajaría a Huancayo, Ayacucho, Cusco y Puno reemplazando a Paul, el joven que se encarga de dejar mercadería en estos lugares. Feliz, acepté la propuesta.
El primer viaje fue Huancayo. Tenía que llevar mercadería y hacer algunos pedidos. Moisés me dió dinero para mi estadía, unos cinco días; aprovechando que tengo familia en Jauja, me quedé en la casa de unos tíos. Con dinero ahorrado, una muy buena venta y gran pedido me fui a Pichanaqui en la ceja de selva.
De regreso a Lima, invité a mi hermana Sheila y a su hija Patricia a viajar conmigo a Huancayo. Para esto, en Pichanaqui un cochino mosquito me había picado la vista, hecho al que le resté importancia; y, como era época de carnavales, de camino a casa, por una alameda, un moto-taxista me mojó con el agua que riegan las plantas de dicha alameda haciéndome tragar agua sucia.
¡¡El carnaval tuvo la culpa!!
Dos días después de eso, listas mi hermana, mi sobrina y yo nos fuimos a Huancayo. Yo las dejé en casa de mis tíos; me fui a ver todo el rollo de la venta y, de paso, a cobrar el alquiler de la chacra de mi abuelita. Pero, me sentía mal, un poco afiebrada y, para mala suerte, me devolvieron un aproximado de mil quinientos soles en mercadería por algunas fallas de tejido.
Estando en la casa de mis parientes al cuarto día más o menos me dió una fiebre de cuarenta grados con unas alucinaciones malditas y una hemorragia nasal que no podía parar. No sentía las piernas
¡¡¡Me moría!!!
No había forma de sacarme de ese lugar porque estábamos en medio de la chacra; no había movilidad, ni postas medicas... ¡Nada!
De entre sueños, recuerdo a todo el mundo al pie de la cama rezando porque no me muera, a mi tía Sonia echándome ortiga y un trago misma chaman para bajarme la fiebre. Mi hermana me decía que sí o sí mañana nos vamos a Lima.
Al día siguiente hice un esfuerzo sobre humano y pude pararme. Yo tenía toda la mercadería de Moisés en un maletín grande y algunas cosas mías. Mis tías, en un costal, habían llenado papa, choclo, calabaza y queso para la familia. No había tiempo de ir a una agencia así que nos embarcamos en la carretera. Ocho horas de viaje que se hacían una eternidad. Para esto, hay que mencionar que en la bodega en que se guardan las cosas te dan unos boletos para reconocer el equipaje.
Cuando llegamos al terminal, mi hermana fue por nuestras cosas, se las pidió al ayudante del chofer y este hijo de puta le dijo que no estaban nuestras cosas sólo un costal.
¡Mierda! Ahí sí me quería morir
¡¡¡La mercadería de Moisés, carajo!!!
En ese momento se me pasó toda enfermedad y le reclamé dónde estaba mi maletín y este mal nacido me dijo:
- ¿Qué mierda quieres que haga? No están, pues.
En mi cólera le metí dos bofetas de ida y vuelta por malcriado.
Mi hermana me miraba asustada, ella se fue con su hija a buscar a un tío y a mi hermano que viven cerca. Todo esto lo vio un moto taxista que trajo dos policías (Dios lo bendiga).
Ya estando en la oficina de la empresa con los dos policías, el administrador, contador, chofer y ayudante saqué mis boletas por el valor de la mercadería. El administrador me dijo que podía pagarme en tres cuotas de quinientos soles, que solo reconocería la mercadería mas no mi cámara ni ropa.
Que mierda, dije, no importa. Así, me dieron quinientos soles.
Cuando salí de la oficina mi hermano le sacó la mierda al ayudante por dársela de abusivo.
Mi hermana asustada –parecía que sus enormes ojos se le iban a salir– me dijo:
- China ¿Qué es lo que se perdió?
- La mercadería de Moisés, pues.
- ¿Cómo?
- Sí.
- ¿No fue la plata del alquiler de la chacra de mi abuelita?
- No, esa plata la tengo en las medias. Me han robado todas las chompas de Moisés.
Fue ahí que de pronto mi hermana soltó la carcajada. La quedamos mirando porque no entendíamos qué pasaba y ella dijo:
- Cuando tú estabas con fiebre yo cambié las chompas al costal y metí la papa, el choclo, la calabaza y el queso a tu maletín porque llamaba mucho la atención.
¡¡¡Ptm, nooooo!!! ¡Tanto escándalo, policía, bofetadas, sacada de mierda al ayudante y, además, me habían hecho un pagare de mil quinietos soles sólo por papa choclo queso y calabaza!
Bueno, después de eso me llevaron de emergencia al hospital… pero esa es otra historia que duró un año y que no contaré aquí.